miércoles, 6 de enero de 2016

Artículo: Pseudoteoría de la Primavera




Dejo aquí el primer artículo que Francisco Umbral publicó en un periódico. Tenía 22 años y fue en la ciudad de León, en el Diario Proa, el 28 de Abril de 1955, firmado con su verdadero nombre "Francisco Pérez":


Pseudoteoría de la primavera
FRANCISCO UMBRAL, 1955

Impuntual y bienoliente, como una novia, ha llegado la primavera. Recuerdo de pronto esta frase, que me sugiere en su día no se qué novia o qué primavera y la pongo aquí ahora, porque tengo el convencimiento de que para echar fuera la natural timidez de este actuar en público que escribir un artículo no hay nada como un arranque decidido, una frase inicial redondeada y altisonante. Por otra parte, esto de escribir cosas sobre las novias y las primaveras tiene la ventaja de que lo escrito vuelve a cobrar actualidad con cada nueva novia y cada primavera. Y, más aún, casi me atrevería a decir que una misma frase puede servir indistintamente para ambas.

O, cuando menos, un mismo adjetivo. No sé si esto supondrá un fraude literario pero la verdad es que la palabra «azul», por ejemplo, tan escrita con respecto de la primavera, puede aplicarse igualmente a la idea de novia y también hace muy bonito. Del mismo modo puede atribuirse a la primavera cualidades específicas de la novia. «Primavera delgada», ha dicho el poeta.

Si, podrían hacerse –y se hacen– una poesía y una literatura, reversibles, para uso indistinto de novias y primaveras. Quizá ello no suponga el fraude que yo temo, porque, bien mirado, ni en lo literario, ni siquiera en lo afectivo, están perfectamente diferenciados los conceptos de novia y primavera. Se han escrito muchos sonetos amorosos diciendo, en vez de novia, primavera, que es más discreto y de mejor rima.

El poeta le dice a la primavera todo lo que no se atrevería a decirle a una mujer y al final de un romance en «a» nunca se sabe con exactitud dónde empieza y acaba cada una.

Fuera de la poesía, la vida, ocurre algo semejante. Llega el mes de abril y al que más y al que menos, se le desarrolla lo que pudiéramos llamar una «psicosis de novio».

Sin saber por qué, elegimos una corbata alegre y nos la ponemos ante el espejo, como si fuésemos a pedir la mano de la primavera. Es la época en que se regresa de la calle con una flor en la solapa, que parece delatar quién sabe qué deliciosa complicidad primaveral.

Quieras que no, la primavera se cuelga del brazo de todos los sin novia.

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