Francisco UMBRAL se mira a sí mismo en el espejo de aquel cuarto donde estaba la mesa camilla y su máquina de escribir. Allí todas las mañanas escribía una columna, un poema, una novela, un ensayo, una página más de su diario incompleto y detrás de él, una sombra vestida de blanco y con corbata lo observa todo indiferente, rodeado de cosas, de libros, de premios, de medicamentos y de gatos.
Adelante y a seguir! Yo soy fanático absoluto de Umbral y he vivido lo mismo que tú mil veces al querer compartir con gente eso de que Umbral es muuucho más q la payasada de Alfonso Arús o lo de la Milá. Para mí nadie escribe como él. Adelante entonces!! Esperaré las siguientes entradas. Un placer
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