jueves, 24 de mayo de 2018

Libro: 30 cuentos y una balada




TREINTA CUENTOS Y UNA BALADA
Edición de Bénédicte de Buron-Brun.

Entre 1957 y 2007 Francisco Umbral escribió más de 100 cuentos, volcado en cuerpo y alma en ejercitar su técnica, romper cánones académicos, experimentar nuevas aproximaciones, renovar e innovar. Simultáneamente afinaba el estilo, acuñando palabras, jugando con los adjetivos más atípicos y forjando metáforas, hasta generar una impronta lírica personal y única. Ahora bien, esta esencia poética que subyace en los cuentos umbralianos nutre otro propósito: el de romper moldes y modelos estrechos, rígidos, de un país esclerosado y amordazado para encaminarse hacia un régimen de libertades. De hecho, los Treinta cuentos y una balada inéditos que figuran en este libro recorren medio siglo de vida social, política y cultural desde una España carpetovetónica hasta una España democrática. Unos cuantos, rescatados de los tijeretazos de la censura, contribuyen a su manera a la restitución de la memoria histórica no sólo de un país sino también de uno de sus habitantes, Francisco Umbral, quien no dudó en romper tabúes, o por lo menos lo intentó, arremetiendo contra la política vigente y sus servidores, luchando contra el artículo 2 y levantando polvos de azufre en una España con sed de cambio.

Columna: El trienio



TRIBUNA: DIARIO DE UN SNOB
El trienio

El País (Jueves, 11 de enero de 1979)

Hale, ya está otra vez España vuelta abajo, por qué no decirlo claro, ya nadie espera nada, es como irónico todo lo que leemos sobre las futuras elecciones generales, es como meternos un filme mudo, de risa, en el descanso de una de gánesters, ya está otra vez España de cabeza, rota y sonante la campana de Huesca, con la cabeza de un muerto renovado cada manana, ya está el botafumeiro de Santiago volando sólo por la bóveda de la Historia, ya está otra vez Wifredo el Velloso asesinando gente por las tapias, tiene una, parabellum, Wifredo el Velloso, que maneja extramuros o intramuros, según lo apartado o céntrico que viva el infrascrito, que hay muchos infrascritos, ya, en la lista negra de las pompas fúnebres.Me parece que fue Marías quien dijo que la libertad, en España, suele durar un trienio. Y no caemos en la cuenta de que se está acabando el trienio, desde que matamos a Franco de muerte natural. Lo que en la Historia de la humanidad son los terrores del milenio, en España son los renovados y asiduos horrores del trienio, que va a dar otra vuelta la tortilla española, con sus amarillos goyescos y regoyescos, mientras matamos gente en la Corte de los Milagros, diario milagro inverso de un juez o un general muerto, como un zurcido negro en el tejido igual y resignado de la vida cotidiana.


Ya anda otra vez el Ebro cuesta arriba, ya está otra vez España ardiendo como una escoba incendiada y esgrimida, ya nadie espera nada del inventa y al fóndo pasan tropas, gentes, sombras, el trienio civil, el trienio militar, el relevo de la guardia en Palacio. cuando en Palacio no hay nadie y los niños que miraban por detrás de la verja son ya todos víctimas o verdugos, se han hecho adultos odiando, porque el odio madura al español.

Cenando la otra noche con los duques de Alba, veía yo en galerías, cuadros y tapices, esa doble Historia de España que es la que algunos cuadros cuentan y otros callan, cómo tanto fragor de caballos, tanta eterna batalla, tanta guerra (glosado todo, alígero, por la conversación del duque), se resuelve finalmente, del comedor a la chimenea, en un cuadro cubista, muy pequeño, en un picasso antiguo y breve. Y sólo ahí, por fin, en la geometría irónica de Picasso, se serenan las cosas, reposa España tanto arrastre de muertes y de infantes.

Pero Picasso, al fin, tuvo que pintar Guernica, siquiera para volver a su ironía exiliada en calzoncillos. Qué difícil, aquí, que nos nazca un Picasso, un hombre etuánime, un irónico, un epicúreo, sátiro/fauno violador de Europa. Y los pocos que nacen, tienen que irse. Gaya se ex¡lia eternamente sin razones muy claras para.ello. Ya está otra vez España a muerte viva, aún no han ardido iglesias, pero arde la Constitución, -catedral de palabras que duda entre el románico militar y el gótico religioso- por sus cuatro puntas, recién sancionada, y arde sobre todo por do más pecado había, por su artículo 15, donde dice que «todos tienen derecho a la vida», y eso ha irritado mucho a los enterradores trienales.

Ya han roto el hilo, ya nadie cree nada. Aquella luz tan clara de aquel junio, cuando salí a va,tar y España estaba azul, como Juan Ramón niño viera una vez a Dios, aquella luz nos la han nublado a tiros, aquella entrada del pueblo en la Historia, por el foro del día, aquel fuenteovejuna sin ajusticia:do no fue más que el ápice de un trienio: tres años de paz ni siquiera victoriana como tres asteriscás por cada medio siglo de dictadura. Ya está otra vez liada.

Con ojos de historiador de la calle o glosador esteta de lo que ignoro, he visto siempre en Liria la sinfonía de cuadros, duques, óleos, que viene a remansarse, a decir su palabra final, a desvanecerse y aclararse en esa nota última y clara del cuadrito de Picasso, que no es algo aparte del conjunto, sino la consecuencia -flor geométrica- de tanto caos histórico y barroco.

Así quisiéramos la Historia de España, España en su historia, acordes por fin el ruido y la furia en una Constitución racional, en una ídeación cubista, intelectual, en una cosa mentale. Y cuando eso parece que iba a ser, vuelve la carnestolenda de los muertos, los generales y los magistrados, el dinejo irónico y sin patria, el odio sin voz ni rostro (porque Martín Villa no acierta a dárselo). Ya está otra vez España vuelta abajo, toda España campana de Huesca con una cabeza fresca cada mañana, de víctima renovada, a modo de badajo, tocando a entierro loco.

Columna: Martín Descalzo



Martín Descalzo
10-12-1989, EL MUNDO

DESDE la armadura de la diálisis y con marcapasos como candado de su corazón joven y viajero, José Luis Martín Descalzo, viejo tronco con sotana o de paisano, sigue haciendo su periodismo diario, valiente y terco. O sea, un periodista.

Le han puesto hace tres días el marcapasos y me dice Florencio Martínez Ruiz que ya quiere volver a su mesa en la redacción. A lo mejor hasta ni siquiera tiene carnet de periodista, aquellos carnets que daba Fraga en nuestros tiempos, los de José Luis y los míos, pero al periodista de raza y fe se le conoce por estas cosas. Conozco alguien muy cercano a mí que ha escrito el artículo del día al costado del hijo recién muerto, y niño. El periodismo es un sacerdocio o no es nada, y por eso es lo de menos, aquí, que Martín Descalzo sea sacerdote. El periodista es mártir y testigo (que en su origen, como sabemos, son la misma palabra). Mártir de su fe y testigo de su tiempo. Fe cristiana, fe marxista, fe democrática en Abraham Lincoln, da igual. Lo que no se puede es escribir sino desde una fe. Y mártir siempre, el periodista, mártir/testigo también ahora con la democracia y el socialismo, que el otro día, en la tribuna de Prensa del Congreso, un policía de paisano me lo dijo:

- O se sienta o se va, que aquí no puede usted estar de pie.

Y ya no había asientos. Pero no me fuí. Pedro Calvo Hernando le preguntó a otro policía que no le dejaba pasar, con malvada ingenuidad: «¿Eres periodista, oye?

Ahora no hay censura con oficina y letrero, claro. Tampoco con Franco la había. Nunca vi una puerta donde pusiese «Censura». Había censuras, como ahora. Sociales, comerciales, particulares, estéticas, morales, caprichosas y hasta matrimoniales, o sea las famosas «señoras» del Régimen. Pero poco puede la censura contra una fe en la escritura que sigue combatiendo desde la armadura hospitalaria de la diálisis y desde el corazón recauchutado de Martín Descalzo. José Luis era el curita progre de los cincuenta, en Valladolid, y se venía con nosotros, una punta de maudits adolescentes, a las cafeterías de moda, en la madrugada, con Jiménez Lozano y todos esos. Entre Jiménez Lozano y él se inventaron, yo creo, la nueva teología, en la cafetería Maga de Valladolid, un sábado por la noche, y ya ven si luego la cosa ha dado juego, hasta llegar a Hans Küng . Y con aquella alegre y tranquila pertinacia suya ha seguido en libros, artículos, teatro, revistas, hasta escribir entre el riñón artificial y el corazón desleal, pero siempre desde la lealtad a lo mismo y a sí mismo, a una fe (la que sea, ya digo) que finalmente es fe en la escritura misma, en el poder y la libertad de la palabra. Se lo decía yo, cuando entonces, a los escritores secretos del café, cuando no publicaban ni escribían por la censura: ¿Y cuándo en España se ha escrito sin censura? Bajo la censura está escrito el Quijote y escribió Quevedo. Bajo otra censura nace la generación del 27 y bajo la última dictadura amanece Cela, dispuesto a ganar el Nobel medio siglo más tarde. Y ahora lo mismo. Todo lo que Semprún está haciendo con Cela es censura, los informadores parlamentarios estamos en las Cortes como en un campo de concentración, pero el poder de la fuerza, la fuerza del Poder al fin no puede nada contra la debilísima escritura, contra la luminosa telaraña de las palabras.

Todos, José Luis, amor, escribimos en los periódicos haciendo de tripas riñón, echándole riñones, como tú, acorazonados por el marcapasos de una fe en la vida, en la libertad y en ese señor que pasa. Ahora que toma la migración sombría de las censuras inconsútiles, monetarias, partidistas, pienso en ti cada mañana, al ponerme a hacer la columna, y tomo fuerzas de tu fuerza convaleciente y terca, que sigue siendo la de entonces. Fe.

Artículos



:: A r t í c u l o S ::

Miles de artículos recopilados en libros, eternizados para siempre:


Dejo aquí también algunos artículos de Francisco Umbral, por ejemplo, los primeros que publicó en revistas de León allá por el año 1955.

Haz un CLICK en los títulos para descubrirlos:


jueves, 17 de mayo de 2018

10.000 VISITAS



Un blog dedicado a Francisco Umbral
Periodismo y Literatura en una página de internet
Artículos, columnas, reseñas y entrevistas
Todos los títulos de sus libros
y algunos poemas en prosa que estaban escondidos en sus diarios. 
Un ser de lejanías, desengañado y miope.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Biografía electrónica



¿Quién mejor que Eduardo Martínez Rico para escribir la biografía de Francisco Umbral en el Nuevo Diccionário Biográfico electrónico de la Real Academia de la Historia?. La vida de Umbral resumida en una página de internet.


Pérez Martínez, Francisco de Jerónimo Alejandro. Francisco Umbral. Madrid, 11.V.1932 – 28.VIII.2007. Escritor y periodista.

Nació en Madrid, pero poco tiempo después, debido al comienzo de la Guerra Civil Española, su madre lo llevó a Valladolid, donde transcurrieron toda su infancia y primera juventud. El que sería después Francisco Umbral, nombre literario que hizo suyo, fue el fruto de la relación extramatrimonial de Alejandro Urrutia con Ana María Martínez Pérez, que durante un tiempo fue su secretaria. Valladolid fue uno de los grandes temas de su obra, volviendo una y otra vez a él en forma de relatos líricos. Francisco Umbral estudió sólo lo que hoy se llama enseñanza primaria, hasta los catorce años; por eso se ha hablado de él tantas veces como autodidacta. Pero desde muy niño fue un gran lector, muy interesado por la literatura y por la historia, y muy pronto fue consciente de que para escribir en el futuro tenía que formarse antes una sólida cultura.

En su vocación literaria fue muy importante su madre, que le inició en las primeras lecturas “serias”, sobre todo Valle-Inclán y la Divina Comedia, que le sirvió para hacer ejercicios de taquigrafía. De niño le gustaban sobre todo las novelas del Oeste y las policíacas; cuando creció un poco se hizo un apasionado lector de poesía (al principio su ambición era ser poeta) y de periódicos. De este modo, nació su gran habilidad como columnista: una prosa que junta el hallazgo periodístico con el lírico.

Sus primeras colaboraciones en prensa fueron para el periódico Proa y la revista Arco, ambas del Sindicato Español Universitario, de Falange, en 1955 (de estas colaboraciones el autor destacó siempre “La mañana”).

Paralelamente, trabajaba en el Banco Central, como botones, lo que no le satisfacía; luego, en el mismo banco, estuvo dedicado a la escritura de cartas administrativas, que le gustaba más, pero su pulso, de siempre poco firme, se lo impidió.

A finales de la década de 1950, empezó a trabajar para Miguel Delibes en El Norte de Castilla. En 1959 contrajo matrimonio con España Suárez y se trasladaron a León, donde Umbral, que empieza a firmar en seguida como Francisco Umbral, se hizo conocido en la radio leonesa y en el Diario de León con sus columnas.

Un problema con el alcalde de la ciudad, debido a la proyección de una película de Cocteau en el cine-club que él dirigía, le obligó a un nuevo traslado.

La polémica le animó a dar el salto, que después tan positivo se revelaría, y en 1961 se trasladó a Madrid. Allí, al principio, tuvo muchas dificultades para abrirse camino. Al principio se mantuvo con el dinero que le pagaba El Norte de Castilla por las abundantes colaboraciones que enviaba desde Madrid. Las relaciones entabladas en el Café Gijón fueron importantes, sobre todo la del poeta y director de Poesía Española, José García Nieto, quien le ayudó a introducirse en Mundo Hispánico. También fue importante la ayuda de José Hierro, y más adelante de Camilo José Cela; los dos escritores fueron desde entonces y hasta su muerte grandes amigos suyos.

Umbral colaboró en Poesía Española y, poco a poco, en muchos más medios, gracias a la labor distribuidora de la agencia Colpisa (1969), dirigida por Manuel Leguineche: Diario de Burgos, El Correo Español, El Diario Vasco, Diario de Navarra, El Norte de Castilla, La Voz de Galicia... En 1975 comenzó su colaboración con La Vanguardia, que interrumpió cuando se fundó El País. Pronto empezó a colaborar para ellos, en 1976, con una columna diaria, muy política, pero también literaria y de sociedad. Durante este tiempo también colaboró en semanarios: Interviú, Destino, Vida Mundial, Triunfo, Por Favor, Hermano Lobo...

Su carrera literaria, en libro, empezó con Balada de gamberros (1965) y Larra. Anatomía de un dandy (1965), que aparecen casi al mismo tiempo. A partir de ahí, y a un ritmo vertiginoso, escribió hasta su muerte más de un centenar de títulos: novelas, ensayos, biografías, libros de artículos... De esos libros, la crítica ha destacado siempre Mortal y rosa (1975) como su obra maestra y un clásico contemporáneo.

En este libro Francisco Umbral sublima poética y filosóficamente la experiencia de su paternidad, y la muerte de su primer y único hijo, Francisco, víctima de una leucemia infantil. Entre sus últimas producciones destaca muy especialmente, por su fuerza lírica y filosófica, duro y escéptico, Un ser de lejanías (2001).

Su obra se puede dividir en dos grandes grupos: libros de Valladolid y libros de Madrid. En el primer grupo destacarían Memorias de un niño de derechas (1972), El hijo de Greta Garbo (1982) y Los cuadernos de Luis Vives (1996); en el segundo son reseñables especialmente Trilogía de Madrid (1985) y Madrid 1940 (1993). De su amplia obra ensayística cabe citar Ramón y las vanguardias (1978) y Valle-Inclán. Los botines blancos de piqué (1997).

Francisco Umbral ganó los premios literarios españoles más importantes: el Nacional de las Letras, el Príncipe de Asturias de las Letras y el Cervantes. Todos esos galardones ponen de relieve su trayectoria literaria y su contribución a la prensa española.

Obras de ~: 

Balada de gamberros, Madrid, Alfaguara, 1965; Larra. Anatomía de un dandy, Madrid, Alfaguara, 1965; Memorias de un niño de derechas, Barcelona, Destino, 1973; Spleen de Madrid, Madrid, Organización Sala, 1973; Mortal y rosa, Barcelona, Destino, 1975; Ramón y las vanguardias, Madrid, Espasa Calpe, 1978; El hijo de Greta Garbo, Barcelona, Destino, 1982; Trilogía de Madrid, Barcelona, Planeta, 1985; Leyenda del César Visionario, Barcelona, Seix Barral, 1991; La década roja, Barcelona, Planeta, 1993; Madrid 1940, Barcelona, Planeta, 1993; Las palabras de la tribu, Barcelona, Planeta, 1994; Mis placeres y mis días, Madrid, Espasa Calpe, 1994; Los cuadernos de Luis Vives, Barcelona, Planeta, 1996; Valle- Inclán. Los botines blancos de piqué, Barcelona, Planeta, 1997; Diario político y sentimental, Barcelona, Planeta, 1999; Un ser de lejanías, Barcelona, Planeta, 2001; Días felices de Argüelles, Barcelona, Planeta, 2005; Amado siglo XX, Barcelona, Planeta, 2007; Carta a mi mujer, Barcelona, Planeta, 2008.

Bibl.: 

M. García Posada, “Introducción”, en F. Umbral, Mortal y rosa, Madrid, Cátedra-Destino, 1975; A. A. Herrera, Francisco Umbral, Madrid, Grupo Libro 88, 1991; J. Villán, Francisco Umbral: la escritura absoluta, Madrid, Espasa Calpe, 1996; Francisco Umbral, Valladolid, Diputación Provincial, 1999; E. Martínez Rico, Umbral: vida, obra y pecados, Tres Cantos (Madrid), Foca, 2001; C. X. Ardavín (ed.), Valoración de Francisco Umbral, Gijón, Llibros del Pexe, 2003; M. P. Celma (ed.), Francisco Umbral, Valladolid, Junta de Castilla y León-Universidad de Valladolid, 2003; E. Martínez Rico, Las verdades de un mentiroso ilustre, Gijón, Llibros del Pexe, 2003; La obra narrativa de Francisco Umbral: 1965-2001, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 2005 (en cd ); M. Fernández Sande y E. Martínez Rico, “Primeras colaboraciones periodísticas y literarias de Francisco Umbral: textos recobrados, Diario Proa y Revista Arco (1954-1956)”, en Estudios sobre el Mensaje Periodístico, Madrid, Publicaciones Universidad Complutense de Madrid, 2014; M. Jabois, “Umbral y su padre, novela real”, en El País (Madrid), 21 de febrero de 2015, págs. 1 y 38-39.

EDUARDO MARTÍNEZ RICO