El escritor y algunas de sus herramientas básicas: sus manos, la máquina de escribir, las gafas de miope y un enorme talento para la prosa poética de los periódicos y para escribir libros líricos, golfos, noctívagos, memorias inventadas y diarios desordenados por el tiempo.
LA MÁQUINA DE ESCRIBIR
Pequeña metralleta entre mis manos,
máquina de matar con adjetivos,
máquina de escribir, arma del tiempo.
En todas las mañanas de mi vida,
el tableteo audaz de mi olivetti,
ese ferrocarril de ortografía
en que viajo muy lejos de mí mismo
o retorno a los campos de la prosa
para reñir batallas en mi lengua
con todos los que mienten, los que gritan,
con los que escriben en feroz tanqueta
para no decir nada y meter miedo.
Vieja olivetti verde, azul o negra,
escalinata alegre de las letras,
sobre esta escalinata, una mañana,
me encontrarán tendido, no vencido.
Libros, papeles, cosas y poemas
han salido y saldrán de este cacharro.
Pavonado revólver de mi prosa,
sus muecas son ministros fusilados,
canto de codorniz, canto de urraca,
como las que ahora pueblan el jardín.
Alegría y salud, mi vieja máquina
me regala un estilo, una escritura
y las gentes se paran para verlo.
FRANCISCO UMBRAL, 2000
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