viernes, 16 de noviembre de 2018

Cortázar



Cortázar

Se cumplen 20 años de la muerte de Julio Cortázar y hemos de admitir que su vida y su obra han quedado en un ramo de olvido, después de una explosión de vida que iluminó la prosa austral, el verso, la vida. Julio Cortázar fue el escritor mítico del medio siglo y hoy es el más olvidado de los capitanes del boom. La verdad es que no hay cómo decirlo. Todo suena a elegía artificiosa porque aquí falta algo, y lo que falta es la juventud. 

La juventud ya no lee a Cortázar y en cambio lee a García Márquez obligatoriamente. Quiere uno decir que García Márquez es una asignatura del siglo XX, pero Cortázar, con su gracejo, con su estilo corrido, con sus costumbrismos argentinos, con su cachondeíto fino, ha quedado como un escritor de época, como una brillante revelación de época que con su época ha pasado. 

Era un tiempo en que se leían y escribían muchos relatos cortos en España, pero los relatos cortos tenían que ser de Borges o de Cortázar. Aquí teníamos algunos maestros del cuento, como Ignacio Aldecoa y el propio Cela, mas todos quedaron borrados y barridos por la invasión de estos dos grandes narradores americanos que venían a revolucionar y erigir un género que estaba acabado desde casi el XIX. El aniversario de Cortázar nos sugeriría toda una reflexión sobre el relato corto, pero baste con decir que los hispanos dominaban el género por influencia de los yanquis -Capote, Hemingway, etc.- y que en general eran mejores los cuentos que los novelones en trilogía de la América hispana. 

A mí el que más me gustaba era Alejo Carpentier, embajador de Fidel Castro en París que tenía la embajada en la calle de la Faissanderie. Como que era el menos esnob y el más confeso en la influencia española del Barroco, Lope de Vega, Valle-Inclán y por ahí. Él me devolvía las visitas en el Palace de Madrid, junto con su esposa, y un día se nos murió el viejo comunista y la revolución cubana se hizo menos literaria porque si Carpentier era la versión escrita de aquel Fidel Castro, Cortázar era la versión escrita del Che Guevara. De modo que el argentino tuvo leyenda política y leyenda humana, que son las dos cosas que necesita un escritor para persistir, pero le falló el tiempo cuando ya empezaba a hablarle a su mujer de escribir sus memorias y ella se burlaba: «¿Memorias? Os falla la imaginación a vos o qué». Esas adivinaciones de las mujeres son estremecedoras porque vienen de más allá de la vida y de la muerte y sólo las engendra el matrimonio. 

Lo mejor de Cortázar está en algunos relatos cortos y la consagración que se quiso hacer de su novela "Rayuela" era la obligada consagración del libro que religiosamente necesita un gran escritor. Pero Rayuela hace tiempo que no se vende. A Cortázar le debo algún artículo y algún dibujo. A Cortázar le debemos todos un largo olvido erigido a medias con la justicia literaria y la injusticia del tiempo. Todavía se ve pasar por las orillas del Sena un argentino/parisino que pudiera ser Cortázar, que se parece, que le recuerda como anterior a su estancia en París. Todavía quedan miles, millones de Cortázar paseando bajo los puentes, leyendo a los poetas y sin haber llegado a más que a mendigos de París.

El Mundo, Lunes 11 de Febrero de 2004

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