sábado, 2 de agosto de 2025

Luz fría

 



En este texto Victoria Iglesias explica la historia que hay detrás de la fotografía del espejo.

(...) Después de mis fotos asistí a la entrevista apesadumbrada pensando en ellas. Dejé de prestar atención preocupada en otear algo fuera de aquella esquina. Merodeé tímidamente, husmeé con mi cámara en el cuello, y entonces descubrí el espejo y el cuadro.

Volví a la conversación al lado de su mesa camilla. El redactor se reía con él. Le hacía la pelota. Aquello fluía como un manantial de agua fresca. Sin embargo, yo me impacientaba, cada vez más, por la sequía de mis fotos y la asfixiante atmósfera. Necesitaba aquel espejo y lo necesitaba con prontitud, antes de que me atrapara mi propia imagen, aquella que había visto reflejada en él hacía unos segundos.

A Borges le daban miedo los espejos: “Infinitos los veo, / elementales ejecutores de un antiguo pacto, / multiplicar el mundo como el acto / generativo, insomnes y fatales”, escribía en el poema "Los espejos".

Pero creo que a Umbral lo que le daba miedo no eran los espejos, sino la imagen de un hombre destartalado con mirada de búho, grandote de manos finas, de frente abierta y melena canosa, llamado Francisco Alejandro Pérez Martínez, o como quiera que se llamara. Un hombre que caminaba entre exabruptos, creando un personaje que comía con glotonería, al que anudaba un fular blanco como abrigo, pero que desvistió hasta la médula el día que escribió "Mortal y Rosa".

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